En 2050







Intervención socioeducativa 

Extremadura, 2050

Me llamo María, soy educadora social y actualmente trabajo en la región de Extremadura. Aunque estemos en 2050 y la tecnología lo impregna todo, mi labor sigue siendo profundamente humana. Hoy quiero compartir una intervención que me marcó especialmente.

La alerta me llegó por la plataforma de detección preventiva del bienestar juvenil. Un joven de 16 años, Iván, había mostrado señales preocupantes: disminución drástica de actividad en su aula virtual, cambios bruscos de lenguaje en redes sociales y un aislamiento casi total del espacio comunitario digital. El sistema me asignó el caso.

Lo primero que hice fue revisar su perfil psicosocial, actualizado automáticamente con datos autorizados por la familia y los propios educadores del centro de formación profesional al que asistía. En paralelo, programé un primer encuentro en un entorno neutral: una sala virtual inmersiva diseñada como un bosque, porque Iván había mostrado interés en la naturaleza antes de su desconexión.

Cuando entramos al espacio, no le hice preguntas de entrada. Solo le ofrecí la opción de dibujar en el aire, usando el entorno interactivo. Dibujó una cabaña solitaria, sin ventanas. Esa imagen ya me lo dijo todo.

Durante los días siguientes, inicié una intervención mixta: combiné sesiones virtuales con visitas presenciales a su hogar, en una pequeña localidad cercana a Plasencia. Allí pude entender mejor su situación: padre desempleado, madre con dificultades de salud mental, y él cargando con más peso del que podía sostener.

Activé entonces la red de recursos de la zona: un mentor digital con el que podía trabajar sus emociones desde el juego interactivo; un programa de respiro familiar para apoyar a la madre; y un taller presencial de agroecología y tecnología rural, donde Iván, al volver a tocar la tierra, volvió también a abrirse a los demás.

Tres meses después, Iván no solo regresó a clase, sino que ahora lidera un proyecto de huertos inteligentes con sensores sostenibles, conectado a otros centros juveniles de Extremadura.

A veces me preguntan si no me resulta frío trabajar tanto con herramientas digitales. Pero yo siempre respondo lo mismo: la tecnología es el medio, no el fin. Lo esencial sigue siendo el vínculo. Y ese vínculo, cuando es real, trasciende pantallas, datos y protocolos.

Cada intervención es distinta, pero todas me recuerdan por qué elegí esta profesión: porque creo en las segundas oportunidades, en las pequeñas transformaciones, y en la fuerza inmensa que puede surgir cuando alguien se siente acompañado de verdad.

Comentarios

  1. Hola María! Que guay lo que cuentas. A pesar de haber hecho un diario para el año 2050, rodeados de tecnología, no le quitas importancia a la tarea del educador social: escuchar y acompañar. ¿Crees que de verdad estamos aprovechando bien la tecnología, sin olvidar a lo más importante, las personas? ❤️‍🩹

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